Hay un refrán que dice que de los impuestos, los cuernos y la muerte nadie se salva, ¿no? Algo así es; no lo recuerdo bien. Nunca fui buena para recordar frases.
Pero hay más cosas de las que nadie se salva. Porque no importa cuánto tiempo dediquemos a aprender, lo buenas que sean nuestras intenciones, lo mucho que nos esforcemos; todos, en algún momento nos equivocamos. Vamos a lastimar. Van a lastimarnos. Vamos a dejar heridas que duelen. Van a dejarnos heridas que duelen. Y una herida siempre deja cicatriz.
Las heridas se despiertan con nosotros, viven con nosotros. Porque una herida nos cambia la vida. Y si queremos recuperarnos, si queremos seguir adelante, si queremos sobrevivir a las heridas, desatar los nudos que nos lastiman el corazón, lo único que podemos hacer es decir «te perdono».
Pero hay más cosas de las que nadie se salva. Porque no importa cuánto tiempo dediquemos a aprender, lo buenas que sean nuestras intenciones, lo mucho que nos esforcemos; todos, en algún momento nos equivocamos. Vamos a lastimar. Van a lastimarnos. Vamos a dejar heridas que duelen. Van a dejarnos heridas que duelen. Y una herida siempre deja cicatriz.
Las heridas se despiertan con nosotros, viven con nosotros. Porque una herida nos cambia la vida. Y si queremos recuperarnos, si queremos seguir adelante, si queremos sobrevivir a las heridas, desatar los nudos que nos lastiman el corazón, lo único que podemos hacer es decir «te perdono».
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