14 de marzo de 2013

Habemus papam

Las repercusiones en las redes sociales del nombramiento de Bergoglio como papa, no han hecho más que sacar a relucir la lamentable miseria intelectual de los argentinos. Y no me refiero a su supuesto accionar en la dictadura, ya que de por sí el de la Iglesia Católica toda, en cuanto institución, está cuestionado en tal sentido; prefiero dejar que se ocupe la Justicia de ese asunto, como lo viene haciendo a lo largo de los últimos años. Yo apunto a otra cosa; más palpable, más reciente, más básica. 
Me deleita, a punto tal de querer saborearme con furia la punta de mis dedos, la palmaria incoherencia -siempre infinitamente superadora de mi capacidad de asombro- de algunos habitantes de los zoológicos que son Facebook y Twitter -a fin de cuentas, no más que reflejos de la jungla que es nuestro mundo-.
La incoherencia de aquellas féminas que hoy alzan sus manos al cielo agradeciéndole al dios de sus amores y temores que el papa sea Bergoglio. El mismo Bergoglio que supo decir sin ningún pudor que las mujeres somos «naturalmente ineptas para ejercer cargos políticos», que «el orden natural y los hechos nos enseñan que el hombre es el ser político por excelencia»; que «las escrituras nos demuestran que la mujer siempre es el apoyo del hombre pensador y hacedor, pero nada más que eso», en una muestra clara y repugnante, ya no de una mente conservadora o de ultraderecha, sino del pensamiento más retrógrado y obsoleto que podemos encontrar en este siglo.
La incoherencia de aquellos que en su momento festejaron eufóricos la ley de matrimonio igualitario en nuestro país, en una jugada de progres y tolerantes y que hoy, en la misma línea de festejo desenfrenado, celebran la elección de Bergoglio como papa. El mismo Bergoglio que no sólo se opuso a la sanción de dicha ley, lo cual es previsible -y hasta comprensible, si se quiere- viniendo de un integrante del ala más conservadora de la Iglesia Católica, pero que además osó decirnos que el entonces proyecto de ley era «la pretensión destructiva al plan de Dios» y que los homosexuales son parte de una guerra a Dios, una «movida del maligno». 
Azorada me dejó ver a mujeres y a homosexuales festejar este nombramiento. ¡No entiendo! Yo creo que en la religión, en la política -que van de la mano, casi amalgamadas- seguimos a quien sentimos que nos representa, a quien refleja nuestras ideas, nuestras creencias. Yo elijo identificarme con aquel con quien comparto una ideología o, al menos, una serie de bases y principios que, a manera de cimientos, nos permiten compartir un mínimo. 
Entonces, ¿de verdad, católicos, apostólicos y romanos, se sienten representados en sus más íntimas y leales convicciones, en su fe, por este hombre? Mujeres, ¿de verdad las enorgullece que las represente alguien que las considera ineptas, naturalmente inferiores que el varón? Gays, ¿de verdad los enorgullece que los represente quien los considera parte de un plan macabro del maligno? Parafraseando a Marx, a las minitas y a los putos les falta conciencia de clase.
Y es que no entiendo más nada... Días como hoy son aquellos en los que en un rapto de inevitable dramatismo, me pregunto adónde va a ir a parar el mundo. Humanos; qué miserables somos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Habemos unPapa peronista de Puerta de Hierro