Lo que yo quería ser de chica tiene que ver con lo que quiero ahora o, quizás, con lo que soy.
Cuando era chica y fantaseaba acerca de mi futuro, pensaba que a mis 30 iba a ser una abogada exitosa, madre de dos o tres hijos y esposa enamorada de un marido y padre maravilloso y la mar en coche. El típico príncipe azul y yo la clásica princesa de un cuento de esos que tienen finales comiendo perdices. Ni falta hace que diga que mi vida a mis 29, pisando los 30, no es ni por asomo lo que de chica pensé que sería: no soy una abogada exitosa, no soy madre y lo más parecido a un hijo que tengo es una mascota. No soy esposa, no tengo esposo y los hombres que han pasado por mi vida no sólo que no fueron príncipes azules, sino que tarde o temprano dejé de quererlos. No hubo anillos, arroz ni hijos. Sí hubo finales, pero sin perdices. Infelices, claro.
Cuando era chica y fantaseaba acerca de mi futuro, pensaba que a mis 30 iba a ser una abogada exitosa, madre de dos o tres hijos y esposa enamorada de un marido y padre maravilloso y la mar en coche. El típico príncipe azul y yo la clásica princesa de un cuento de esos que tienen finales comiendo perdices. Ni falta hace que diga que mi vida a mis 29, pisando los 30, no es ni por asomo lo que de chica pensé que sería: no soy una abogada exitosa, no soy madre y lo más parecido a un hijo que tengo es una mascota. No soy esposa, no tengo esposo y los hombres que han pasado por mi vida no sólo que no fueron príncipes azules, sino que tarde o temprano dejé de quererlos. No hubo anillos, arroz ni hijos. Sí hubo finales, pero sin perdices. Infelices, claro.
No fui la chica que encontró al amor de su vida en el secundario, que se puso de novia y que continuó la relación mientras estudiaba y finalmente se casaba, tenía hijos y era feliz. No fui nunca la hija perfecta, la alumna más aplicada ni la más linda de la clase. Quizás me hubiese gustado que mi vida fuera así: Lucre conoce a chico, se enamoran, tiene con él sus «primeras veces» (primer novio, primer beso, primer polvo y así...) y finalmente se casan y pasan la vida juntos. Pero no fue así. No sé si fui el gran amor de alguien, pero sí sé que nadie fue el mío. No tengo una historia perfecta. No tengo príncipes azules, ni siquiera celestes. En lugar de eso tengo una sucesión de relaciones fallidas.
Supongo que soy una persona que en vez de estar destinada a lograr sus objetivos de una vez y a tener un gran amor, estoy destinada a una serie de tropiezos y a pegarme un montón de palos; a equivocarme antes de hacer algo bien. En vez de una chica de historia perfecta, soy una chica con historias imperfectas; una serie de fragmentos desordenados.
1 comentario:
Hola! tanto tiempo Lu! creo que hay veces en que una debe dejarse llevar por la corriente y ver qué pasa, con tranquilidad, sin maquinar tanto las situaciones o lo que puede llegar a pasar. A veces es bueno disfrutar de ese momento y listo.
Espero que andes bien!
Te leo :)
Publicar un comentario